lunes, 17 de marzo de 2014

Carta a un ídolo


Tantas veces te esperé y siempre llegaste. Tantas emociones que nacieron de tus pies. Fuiste el héroe que con mi bandera en la mano nos sacó del infierno a puro grito. Hiciste de una de las angustias más grandes,  un recuerdo grato. Justiciero letal que con sus locuras arrastraba a mi pueblo hacia la felicidad, no te olvido, no te olvidaremos.
 Tu nombre, Oscar Alfonso Padua, está tatuado en el pedestal de nuestros héroes históricos. Tus hazañas ya pasan de generación en generación como una página más de la leyenda que nos enorgullece.
Será por eso que cuando entraste con la 14 en la espalda  un crisol de sensaciones me invadieron pero miré al costado y noté que no era el único. A todos nos alegró verte allí nuevamente, aunque ya no estaba el césped natural que supiste pisar, aunque la camiseta tenga otro color. Todos sabíamos que cuando la pelota llegue al corazón del área, ibas a estar ahí porque tu instinto iba anticiparse a la desesperación de los rivales, todos sabíamos que no ibas a necesitar esforzarte para que la pelota entrara en ese arco que en tantas oportunidades  fue tuyo. Tu silencio fue un pacto más con aquellos que te amamos. Te perdono loco!! Si el cruel paso del tiempo convirtió aquel bello presente en el mejor de los recuerdos yo prefiero agradecerte por el resto de mi vida y dejar impune el gol que nos hiciste.

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